Durante los últimos nueve años, el liderazgo en el Valle del Cauca ha tenido rostro de mujer. Primero con Clara Luz Roldán y ahora con Dilian Francisca Toro, el departamento ha sido testigo de una transformación política impulsada por dos líderes que no solo han marcado la agenda pública, sino que también han desafiado estigmas y abierto puertas para otras mujeres en la política.
Ambas, militantes del Partido de la U, han enfrentado resistencias, prejuicios y responsabilidades familiares sin renunciar a su compromiso con el servicio público. Toro fue la primera mujer elegida como gobernadora del Valle en 2016 y recuerda cómo, en su primera campaña en el año 2000, ser una mujer embarazada fue motivo de rechazo incluso por parte de otras mujeres.
“Hasta mi mamá le pidió al Señor de los Milagros que no ganara, por miedo a que no pudiera cuidar a mi hijo”, confiesa. Por su parte, Clara Luz Roldán también tuvo que romper barreras desde el inicio de su carrera, llevando a sus hijos a los actos políticos porque no tenía con quién dejarlos.
Ambas han sido conscientes de los obstáculos que implica para una mujer abrirse paso en escenarios dominados históricamente por hombres, especialmente cuando también recaen sobre ellas las tareas del hogar. Desde sus respectivos gobiernos, y también como presidentas del Partido de la U, han trabajado para crear condiciones que permitan que más mujeres accedan a espacios de poder.
Dilian Francisca Toro fue promotora de leyes fundamentales como la que estableció cuotas mínimas de participación femenina en cargos de elección popular y lideró la creación de la Ley 1257 de protección para las mujeres víctimas de violencia. Además, impulsó la bancada de mujeres y la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer.
En sus palabras, el cambio se da fortaleciendo el autoestima de las mujeres, promoviendo la educación igualitaria, garantizando el empoderamiento económico y consolidando instituciones que protejan sus derechos.
Clara Luz Roldán, por su parte, resalta el impacto de la ley de cuotas de 2000, que obligó a que al menos el 30 % de los cargos públicos fueran ocupados por mujeres, abriendo un camino que antes parecía imposible.
Ambas coinciden en que el ejemplo tiene poder y que liderar con coherencia, preparación y sensibilidad social es una forma de inspirar a las nuevas generaciones.
Han demostrado que es posible transformar un territorio con organización, visión y cuidado, sin renunciar a su identidad femenina.
En un escenario político donde aún persisten múltiples formas de violencia y discriminación, la experiencia de Toro y Roldán no solo representa un legado para el Valle del Cauca, sino un testimonio de persistencia para las mujeres de todo el país.
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