Lo que para la periodista y asesora Luisa Fernanda Jaramillo fue “una bendición”, terminó convertido en uno de los escándalos más polémicos del año. Su nombre acaparó titulares luego de ganar un premio seco de $1.000 millones en el sorteo especial del Día de la Madre de la Lotería de Medellín, entidad en la que su esposo, Rubén Darío Callejas, era subgerente comercial.
En entrevista con La W Radio, Jaramillo explicó cómo fue el proceso de compra de los tiquetes y la sorpresa que significó el premio. Pero también arremetió contra quienes han levantado sospechas en su contra, señalando directamente al petrismo como los principales responsables de la campaña de desprestigio: “Los que más nos han atacado han sido los sectores afines al petrismo. Todo esto se volvió político”, dijo con firmeza.
La comunicadora aseguró que su esposo compró los boletos en condiciones regulares, como cualquier funcionario podría hacerlo, y que en ningún momento hubo irregularidades. “Compró varios, les regaló a su mamá y a su hermana, y a mí me dio uno. Fue un gesto familiar, jamás imaginamos que eso se convirtiera en un escándalo nacional”, sostuvo.
Frente a la renuncia de Callejas a su cargo, aclaró que fue una decisión voluntaria ante la inminente auditoría interna y la presión mediática: “Él dijo ‘yo para qué me voy a quedar si ya esto se volvió un tema político’. Además, él tiene su vida empresarial, no necesitaba aferrarse al cargo”, afirmó Jaramillo.
Aunque reconoció que el ambiente de tensión los ha afectado, insistió en que todo se trató de una racha de suerte: “Jamás pondríamos en riesgo nuestra integridad o nuestro nombre por un juego. ¿Quién en sus cabales haría algo así? Esto fue una bendición que desató envidias”, aseguró.
Sobre el uso del dinero, afirmó que su prioridad será saldar deudas y ayudar a quienes lo necesiten: “Aquí en Colombia todo se va rápido con las responsabilidades. El que paga deudas queda tranquilo. Ese será el primer paso”, explicó.
Mientras tanto, la polémica continúa alimentando especulaciones en redes sociales, donde muchos ciudadanos siguen exigiendo claridad en los mecanismos de control de las loterías regionales, y pidiendo garantías para evitar conflictos de interés.
A pesar de la tormenta, Jaramillo no se muestra dispuesta a retroceder. “No nos vamos a esconder. Esta fue una oportunidad que nos llegó de forma transparente. Si fuera al revés y le hubiera pasado a alguien del Gobierno, ¿cuál sería la reacción?”, cuestionó.
El episodio ha puesto en tela de juicio la credibilidad del sistema lotero, pero también ha revelado cómo, en el actual clima político del país, cualquier golpe de suerte puede convertirse en blanco de desconfianza, especialmente cuando hay intereses partidistas de por medio.
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