La tensión entre el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se ha reavivado tras un comentario del mandatario salvadoreño en el que cuestiona la estabilidad política en Colombia.
Bukele afirmó que “ha de ser difícil” para los empresarios colombianos enfrentar un panorama en el que «un día están bien y al día siguiente el presidente se tomó un par de tragos de más y hay una crisis geopolítica».
Las declaraciones de Bukele surgen en medio de la polémica entre Petro y el gobierno de Estados Unidos por la negativa de Colombia a recibir dos vuelos con deportados desde territorio estadounidense. Este episodio marca un nuevo capítulo en la serie de enfrentamientos entre los dos mandatarios, quienes han protagonizado varias discusiones públicas en redes sociales.
El cruce de declaraciones entre ambos líderes no es nuevo. En marzo de 2023, Petro criticó la política de seguridad de Bukele, calificando el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en El Salvador como un «campo de concentración». En respuesta, Bukele cuestionó la autoridad moral del mandatario colombiano, recordando las acusaciones de corrupción contra su hijo, Nicolás Petro.
El intercambio continuó con Petro defendiendo su modelo de seguridad, argumentando que en lugar de construir cárceles, se deberían levantar universidades. Bukele, por su parte, respondió resaltando la reducción de homicidios en El Salvador y cuestionando la efectividad de las políticas implementadas en Colombia.
Otro episodio que agravó la relación ocurrió en abril de 2023, cuando la detención en El Salvador de un ciudadano colombiano, presuntamente por sus tatuajes asociados a pandillas, generó una fuerte reacción en Colombia. Aunque la persona fue liberada más tarde, el incidente añadió más tensión a la relación entre ambos países.
Más allá de los ataques personales, los enfrentamientos entre Bukele y Petro reflejan posturas radicalmente opuestas en temas de seguridad, derechos humanos y gobernabilidad. Mientras Bukele promueve una estrategia de «mano dura» contra el crimen, con medidas como encarcelamientos masivos y restricciones a las libertades de los reclusos, Petro ha abogado por enfoques más preventivos e inclusivos, apostando por la educación y la reinserción social.
Estos constantes choques han evidenciado la falta de afinidad entre ambos líderes, que representan dos modelos de gobierno en América Latina: uno autoritario y represivo, y otro progresista y con énfasis en el diálogo social. A medida que avanzan sus mandatos, la relación entre Colombia y El Salvador sigue marcada por la confrontación y las diferencias irreconciliables entre sus presidentes.
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