a reciente liberación de narcotraficantes históricos como Juan Carlos Ramírez Abadía, alias ‘Chupeta’, y Fabio Ochoa Vásquez, exlíder del cartel de Medellín, abre interrogantes sobre el impacto que su retorno podría tener en la seguridad y la dinámica del narcotráfico en Colombia.
Ambos excapos, tras alcanzar acuerdos con la justicia estadounidense, están en proceso de recuperar su libertad o regresar al país.
‘Chupeta’, de 61 años, logró un acuerdo con la justicia de Estados Unidos tras convertirse en testigo clave en el caso contra Joaquín «El Chapo» Guzmán. A cambio de información que ayudó a desmantelar redes del cartel de Sinaloa, obtuvo una reducción de pena y el ingreso al programa de protección de testigos, con nueva identidad y su círculo familiar reubicado. Este excapo, que en el pasado transformó su rostro mediante cirugías para evadir a las autoridades, ha sido protagonista de la historia criminal del cartel del Norte del Valle.
Por su parte, Fabio Ochoa Vásquez, de 67 años, cofundador del cartel de Medellín y socio de Pablo Escobar, recuperó su libertad tras cumplir 26 años en prisión. Se espera su regreso a Colombia el próximo 12 de diciembre, según confirmó la Policía Nacional. Aunque sus abogados sostienen que no enfrenta procesos pendientes en el país, su presencia genera inquietudes en el ámbito de seguridad.
El regreso de estos actores del narcotráfico podría tener varias implicaciones:
El Gobierno enfrenta un desafío monumental para garantizar que estos excapos no generen un efecto negativo en la seguridad. La reciente política de «paz total» del presidente Gustavo Petro, que busca desmantelar redes del crimen organizado mediante acuerdos, podría ser puesta a prueba si estos retornos influyen en el panorama del narcotráfico.
El general William René Salamanca, director de la Policía Nacional, aseguró que se realizará un seguimiento detallado del caso de Ochoa y otros similares. No obstante, queda la duda sobre si el Estado cuenta con los mecanismos necesarios para evitar un posible resurgimiento de la violencia asociada a estas figuras.
El retorno de excapos no es un hecho aislado. Casos anteriores han demostrado que, si no son gestionados adecuadamente, estos individuos pueden reincidir o ser absorbidos por nuevas dinámicas criminales. La pregunta central es si Colombia está preparada para enfrentar las consecuencias de su regreso y asegurar que su impacto no desemboque en un recrudecimiento del narcotráfico y la violencia.
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