Una tormenta política se desató este miércoles cuando se conoció la denuncia de Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, contra Ricardo Roa (gerente de Ecopetrol), y Nicolás Alcocer Petro, hijo adoptivo del presidente Gustavo Petro, por el delito de tráfico de influencias para beneficiarse de un contrato con una hidroeléctrica.
El presidente Gustavo Petro sorprendió al país al solicitar públicamente la renuncia de su ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, horas después de que este interpusiera denuncias que involucran a Nicolás Alcocer, hijo adoptivo del mandatario, en presuntas irregularidades con la hidroeléctrica Urrá. Este movimiento ha desatado una ola de especulaciones sobre si la decisión responde a la protección de intereses familiares o a tensiones internas dentro del gobierno.
En su mensaje en redes sociales, Petro defendió la integridad de Bonilla, pero justificó su salida argumentando que estaba siendo «despedazado» por sus detractores. No obstante, críticos y analistas han señalado que el momento de la decisión es más que oportuno para desviar la atención del escándalo que rodea a Nicolás Alcocer y al presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa.
El ministro Bonilla había denunciado presiones indebidas de Alcocer y Roa sobre la junta directiva de Urrá, alegando favorecimientos contractuales que implicarían manejos irregulares por más de 60.000 millones de pesos.
La salida de Bonilla se suma a una lista creciente de escándalos en la administración Petro, que ya enfrenta cuestionamientos por presunta corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) y la financiación de la campaña presidencial. Mientras tanto, la oposición no ha perdido tiempo en acusar al mandatario de utilizar el poder para encubrir los escándalos que afectan a su círculo más cercano.
La crisis ha reavivado las tensiones con el Congreso, donde sectores opositores han comenzado a hablar abiertamente de posibles mociones de censura. Además, los rumores de divisiones dentro del gabinete, alimentados por la destitución de Bonilla, amenazan con debilitar aún más al gobierno.
«Es un acto de doble moral: mientras Petro denuncia complots contra su gobierno, sacrifica a sus propios aliados para proteger a su familia», declaró un senador de la oposición.
La pregunta ahora es: ¿hasta dónde llegará el presidente para blindar su administración? El desenlace de este nuevo capítulo podría marcar el destino político de Gustavo Petro y su gobierno.
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